Ante la festividad de la Sagrada Familia que la Iglesia celebra este domingo, penúltimo día del año, el obispo de Osma-Soria, Gerardo Melgar Viciosa ha publicado una carta pastoral en la que se llama a la reflexión sobre lo que considera ?momento especialmente delicado? del matrimonio y de la familia.
Así, alude al fallo ?gravemente injusto? del Tribunal Constitucional emitido el 6 de noviembre en el que se equiparan en ?derechos y dignidad? la unión civil de personas del mismo sexo con el matrimonio entre un hombre y una mujer. sobre todo desde que el pasado 6 de noviembre el Tribunal Constitucional comunicara su fallo, gravemente injusto, equiparando en derechos y dignidad la unión entre dos personas del mismo sexo con el matrimonio constituido por un hombre y una mujer.
?La sentencia no reconocía, de facto, la especificidad de la institución matrimonial entre un hombre y una mujer, sumándose, por ejemplo, a la desprotección de los contrayentes que no son reconocidos en el ordenamiento jurídico como ?esposo? y ?esposa? y que no garantiza el derecho de los niños y de los jóvenes a ser educados como futuros ?esposos? y ?esposas? ni respetaba, así, el derecho de los niños a disfrutar de un padre y de una madre en el seno de una familia estable?, denuncia el pastor diocesano.
Por tal motivo, se ampara en lo natural para la constitución de una familia y también alerta de que en este momento ?estamos asistiendo a la destrucción del matrimonio por vía legal?, recordando ?alto y claro? que el núcleo familiar se basa en el ?auténtico y natural matrimonio entre un hombre y una mujer porque así está inscrito en la naturaleza humana? ya que los seres humanos ?nacen hombre o mujer, seres de sexo distinto que uniéndose se complementan mutuamente y desde el amor y por el amor se reproducen y son fecundos en los hijos?.
Por ello, la palabra matrimonio para el obispo ?sólo puede ser llamado y reconocido como tal, el contraído entre dos personas de distinto sexo, un hombre y una mujer?. Con ello, señala que ?ni el Estado ni el Tribunal Constitucional ni Tribunal alguno pueden reconocer un derecho que no existe. Conviene recordar que, al declarar estas uniones como ?matrimonio? y con los mismos derechos, el Constitucional está excediéndose en sus capacidades y dañando muy seriamente el bien común?.
Con todo, Melgar clarifica en su misiva a los fieles que ?la Iglesia muestra profundo respeto para las personas que se sienten atraídas hacia otras del mismo sexo, pero diferenciar lo que es distinto no es discriminar sino, en este caso, debería ser legislar desde la naturaleza del ser humano y en aras del bien común. Se podrá llamar como se quiera la unión de personas homosexuales, pero de ninguna manera se puede llamar matrimonio ni equipararlo al matrimonio natural entre un hombre y una mujer?.
En su defensa a la institución familiar tal y como se concibe desde el ámbito eclesiástico, el obispo alude a las figuras del padre y de la madre, quienes formalizan ?el verdadero ecosistema del ser humano que debemos proteger, el hábitat natural que necesita toda persona para nacer, crecer y madurar; el verdadero lugar para acoger, ayudar a crecer y a madurar a los hijos en perfecta armonía?, explica.
?Sin la familia, sin la protección del matrimonio y de la natalidad, no habrá salida verdadera y duradera a la crisis actual?, vaticina Melgar, poniendo de ejemplo ?el hecho de que muchas familias sin recursos, sin trabajo y pasando por situaciones de extrema necesidad encuentran acogida y solución, sobre todo, en la solidaridad de la familia: es admirable el ejemplo de solidaridad de tantas familias en las que se estrechan los vínculos entre abuelos, hijos y nietos para salir adelante como sólo es posible hacerlo en el seno de una familia estable y sana?.
Con la vista en futuro, el pastor asegura que desde la moral se debe recordar ?cómo en la vida familiar y conyugal se juega el futuro de las personas y de la sociedad?, porque la destrucción de la familia o del matrimonio, ?la persona queda ?a la intemperie? y el bien común es puesto en grave riesgo?.
Por último, hace un llamamiento a toda la sociedad para ?defender y promover? el matrimonio ?y su adecuado tratamiento en las leyes?, incluyendo en la llamada a los políticos de cualquier color ?para que actúen de acuerdo con su conciencia, más allá de cualquier disciplina de partido?. Aquí también apela a los políticos católicos porque han de ser ?coherentes con su fe? como servidores del bien común, e invita a reclamar ?con valentía aunque sin imposiciones? un debate ?serio y profundo? sobre lo que considera como ?esencia de estas realidades tan cruciales?, aludiendo a la reforma de la legislación sobre el matrimonio.