El auto de prisión de la juez Lamela sostiene haberse detectado en Daniel Fernández indicadores y perfiles que la doctrina vincula a lobos o actores solitarios que podrían incluso actuar como terroristas individuales.
Daniel Fernández Aceña, el sicario de los GAL condenado por el asesinato del ferroviario francés Jean Pierre Leiba en 1984 y detenido esta semana tras abrazar la yihad, mostró indicios en una conversación telefónica interceptada hace un mes por las fuerzas de seguridad de tener intención de "pasar a la acción" a través de una acción suicida.
La juez de la Audiencia Nacional Carmen Lamela justifica en su auto de prisión que este natural de Irún y residente en Segovia, donde fue arrestado el 13 de diciembre en una operación de la Guardia Civil, había abandonado "su vida anterior de pecado occidental" para, después de viajar a países como Afganistán, Siria o Palestina, adoptar un modo de vida "más acorde con la interpretación rigorista del Islam, llegando incluso a repudiar a las mujeres occidentales".
Lamela acuerda prisión sin fianza por delitos de terrorismo para Aceña, después de que una laboriosa investigación haya acreditado que en agosto de 2016 mostró su intención de cometer un acto suicida en nombre de una organización terrorista yihadista pudiendo inferirse, dice el auto, que uno de los lugares por los que se hubiera interesado fuera uno de los numerosos sitios turísticos de la localidad segoviana.
La juez destaca en su escrito la labor enaltecedora del terrorismo yihadista en redes sociales como Facebook, Twitter o Badoo o su estrategia para captar a individuos con problemas de toxicomanía y antecedentes de delincuencia común recurriendo para ello a abundantes contenidos de signo radical.
En la conversación telefónica interceptada, Daniel Fernández Aceña, que pedía a terceras personas que no comentaran que tenía conocimientos del árabe, se refería a la rutina de las mezquitas de Segovia haciendo ver que estaban en "un país de infieles".
También alude de forma imprecisa a que ha realizado cosas para organizaciones terroristas de carácter yihadista, hablando de que en esos trabajos ha tenido que pegar un tiro. Siempre según la versión que el detenido ofrecía a otras personas, su intención ahora sería inmolarse en un autobús porque así se garantizaría la entrada directa al paraíso.
"Se han detectado en Daniel indicadores y perfiles que la doctrina y la casuística policial aportan sobre los denominados lobos/actores solitarios que podrían incluso ser conocidos como terroristas individuales", sostiene la juez Lamela en su auto de prisión, que pondera el riesgo de reiteración delictiva de quien ya fue condenado a 29 años y diez meses de prisión por un asesinato de los GAL.
Fernández Aceña fue condenado por el asesinato del francés Jean Pierre Leiba, que trabajaba en Hendaya en la misma empresa en la que estaba empleado Juan Carlos García Goena, fallecido en 1987 tras activarse una bomba en el coche que conducía en el que fue el último atentado de los GAL.
En el operativo de esta semana se detuvo además a una segunda persona para quien también se ha decretado prisión. Fuentes jurídicas han aclarado que este arrestado no tiene vinculación alguna con delitos terroristas y que la magistrada le ha enviado a la cárcel por delito contra la salud pública al encontrar en su domicilio 3.851 gramos de MDMA (éxtasis).