El bloque soriano vuelve a la senda del triunfo y se da una tregua con las posiciones traseras, pero su vulgar segundo tiempo impacienta a una grada que pita nuevamente a los suyos.
Abocados “a sufrir”, expresó López Garai, grumete de esta nave, después de que expirase una contienda agónica (3-2) a favor de los intereses del Club Deportivo Numancia. Los Pajaritos, que se olvidó rápidamente de un pasado marcado por la retribución a la plantilla 1998-99 y el recital registrado por el presente Numancia en unos primeros y brillantes 45 minutos (3-0), se acabó cobrando aquel flaco favor con creces: ni perdonan ni olvidan, la estrambótica segunda parte del Numancia acabó entre reproches y silbidos. Volviéndose muy vulgar, el cuadro rojillo, el cual se llevó a la boca tres puntos vitales para huir de abajo, pecó de relajación y le abrió vías a un Córdoba que no tuvo más remedio que meterse de lleno en el choque.
En el CD de Vanesa Martín, ‘Crónica de un baile’, la cantante malagueña pide que alguien sea capaz de “Frenar enero”. La cuesta de este pesado mes hacía de las suyas nuevamente en Los Pajaritos, que no veía a los suyos ganar desde principios de diciembre, cuando trituró al Nàstic (3-0) en el feudo rojillo. Pasaron días y semanas, y el barquito navegó de nuevo en casa. El Numancia se mueve de lujo sobre la nieve. Es lo suyo, a pesar de que estuvo a punto de cavar su tumba debajo del manto blanco.
Bajo el aguanieve que caía al vacío en Los Pajaritos, el Club Deportivo Numancia embistió a las primeras de cambio; tiritaba el Córdoba. Viguera no llegó a un pase en profundidad que le brindó Oyarzun. Alain cantaba sobre un manto blanco. El peligro numantino corría de su cuenta en los primeros compases de la vigésimo segunda jornada. Todo pasaba por él mediado el minuto 10. Mientras tanto, el Córdoba, tapado debajo de una manta, ni se asomaba por el área numantina. Escaso bagaje ofensivo el registrado por la entidad califa en Soria.
Transcurrieron 5 minutos más. Le bastó ese breve periodo temporal al Numancia para noquear completamente al Córdoba. Pidan un deseo, que el ‘15’ de los numantinos frotó dos veces la lámpara: en el minuto 15 le puso un centro medido a Pape Diamnka para que este entrase como un jumbo al segundo palo a ‘cazar’ el pase con música desde la esquina. Pero es que el festival de ‘Aladdín’ Oyarzun no acabó ahí: ni cinco minutos pasaron hasta que el extremo volviese a deleitar a un Los Pajaritos rendido a sus pies. La recibió en la izquierda y ni se lo pensó dos veces. Soltó un cohete y Abad se lo quedó mirando. Golazo que entró ajustado por el primer palo. Los andaluces, completamente groguis.
La nieve, dejando de caer, les dio una tregua a ambos. Sin embargo, el cuadro numantino seguía afilando sus colmillos. Mordía, estaba metido en el encuentro y no permitía la comparecencia del Córdoba en ataque. Iba a cada presión; a todo trapo, le susurraba vaho en la nuca. Sin renunciar nunca a la posesión y al dominio, el Numancia se autoimponía una marcha más que de costumbre. Andaba revolucionado.
La sentencia le llegó al Córdoba en el último minuto del primer tiempo. Ahora era el Numancia el que golpeaba sobre la bocina. Abad se merendó la jugada. El bloque de Andalucía revivía el Día de la Marmota. Déjà vu en la esquina. Misma jugada, mismos protagonistas: la ponía Oyarzun y la remachaba de cabeza Diamanka en el segundo palo. Remataban así la faena los de López Garai, enterrando al Córdoba bajo la nieve.
El baile numantino se apaciguó en el arranque del segundo tiempo. De las Cuevas metía a los blanquiverdes en el encuentro tras una asistencia de Piovaccari (3-1). Aplausos contra silbidos en un Los Pajaritos que olía el peligro. La placidez de los primeros 45 minutos se acabó convirtiendo en pesadilla. Más leña encima del fuego. Juan Carlos, quien le cogía el testigo a Carlos Abad, no atrapó un balón y se lo regaló a Federico Piovaccari. El italiano sólo tuvo que empujarla con la derecha. Quedaba un Mundo y el Córdoba atemorizaba. Tren de la bruja en Soria. Pánico y más silbidos.
Rodaba lento el esférico sobre el tapete blanco y el Numancia la cedía atrás. El cuadro rojillo había bajado mucho el listón, hasta convertirse en vulgar. Estallaba Los Pajaritos, montado en cólera. Se barruntaba un trágico final en Soria. Se despidió con pitos a Yeboah; luego, a Viguera. La parroquia numantina, que es soberana, no pasaba ni una: estaba el estadio que trinaba.
La avalancha no acabó aconteciéndose, pero el CD Numancia, que vivió una segunda mitad demasiado aciaga, salió escaldado en casa. Tímidos aplausos al final en Los Pajaritos, el cual se le acabó la paciencia en el segundo tiempo. Más caras largas que sonrisas en un triunfo demasiado agónico para el Numancia ante un Córdoba que reaccionó porque la estructura rojilla se empeñó en darle un crédito sin intereses.