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Antonio Arroyo: “El postureo es muy habitual pero ninguno somos perfectos”

Antonio Arroyo: “El postureo es muy habitual pero ninguno somos perfectos”

Actualizado 19/01/2020 10:46

Antonio Arroyo Muñoz, sacerdote y teólogo nació el 28/11/1953 en El Burgo de Osma.

P: ¿Qué es lo último que hace antes de acostarse?

R: Antes de cenar concreto la agenda del día siguiente y justo antes de acostarme rezo las Completas que son una oración que sirven para poner en orden el día, hacer balance y dar gracias a Dios.

P: Cuando tiene una tarde libre, ¿a qué le gusta dedicarla?

R: Pocas tardes tengo pero cuando las hay me gusta mucho pasear por los cientos de rincones que tiene Tierras Altas. La cuenca del Cidacos cuando se va haciendo un poco grande, por Vizmanos, Diustes,...

P: ¿Libro o película?

R: Libro. No soy muy aficionado al cine y solo voy para entretenerme. Un libro consigue que te identifiques más con la historia.

P: Recomiéndeme una. ¿Por qué?

R: Por la parte de cura te recomendaría el Evangelio como compañero cotidiano. Ahora estoy leyendo Alma y Tierra, un libro que combina fotografía y texto de Julio Llamazares que te descubre y sirve de homenaje a la España Vaciada.

P: ¿Pone música mientras se ducha?

R: ¡No! El que canta soy yo, y nada en concreto, prefiero tararear e inventarme la letra.

P: ¿Cuál es su palabra favorita?

R: Servicio y disponibilidad. Es lo que intento yo vivir. El ser una persona accesible y desinteresada. Creo que puede poner la chispa que necesita la vida.

P: Animales. ¿Le gustan? ¿Tiene alguno?

R: Los animales me gustan libres. Tener una mascota me parece complejo porque creo que es una forma de restarles libertad.

P: Si pudiera viajar en el tiempo, ¿iría al pasado o al futuro?

R: Yo soy un hombre de tiempo presente pero si me obligas a viajar iría al pasado porque me parece importantísimo que no perdamos la identidad y la raíz. Vivimos en un mundo globalizado y vamos muy deprisa pero siempre he creído en la cita ‘Piensa global y vive local’.

P: ¿Cómo era en el colegio?

R: Siempre he sido un niño muy alegre y de fácil relación. Estudioso, lo justo (bromea). En el colegio empecé a tartamudear y años después visité a un psicólogo que me dijo que mi tartamudeo se ocasionó por los golpes que un maestro me dio por las dichosas divisiones. No lo sé, nunca me he considerado una persona traumatizada. Mi forma de hablar despertaba alguna risa pero siempre he tenido muy buenos amigos que me querían a rabiar.

P: Un poco más mayor, ¿era muy fiestero?

R: Siempre me ha gustado mucho el ocio y la parte festiva de la vida. En el Seminario de El Burgo me encantaban el baile, la rueda, los toros, las cucañas... Es importante tener y cuidar los espacios para tomarte una caña, sacar la guitarra y cantar con los amigos.

P: ¿Cuál fue la mayor lección que le enseñaron sus padres?

R: La responsabilidad. Me inculcaron que si te comprometes con algo, es hasta el final.

P: Díganos algo que no soporte.

R: La hipocresía. Hoy en día el postureo es demasiado habitual. Todo el mundo construye una fachada muy bonita de cara al exterior que en el interior se cae. Si me quiero echar un cubata no tengo por qué esconderme, no hago daño a nadie y ninguno somos perfecto.

P: ¿Tiene algún lugar pendiente en su lista de viajes?

R: No he estado nunca en Tierra Santa. Ese lo tengo pendiente y también Hispanoamérica.

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