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San Baudelio. Historia de la joya soriana que luce incompleta por la avaricia y la desprotección

San Baudelio. Historia de la joya soriana que luce incompleta por la avaricia y la desprotección

Actualizado 09/01/2022 21:08

Primera entrega del profundo reportaje que tiene como protagonista a la 'Capilla Sixtina' del arte mozárabe.

Decir que San Baudelio es una joya patrimonial se queda corto, y es que Soria puede presumir de que la 'Capilla Sixtina' del arte mozárabe (así la denominan los expertos en la materia) se ubique dentro de sus límites provinciales.

Esta "diminuta y a la vez monumental" ermita, como refiere la catedrática de Historia del Arte, Milagros Guardia, se ubica en un paraje aislado que pertenece al término municipal de Casillas de Berlanga. En lo que históricamente ha constituido un cruce de caminos, fue durante la Alta Edad Media un punto de encuentro entre los pueblos y las culturas que cohabitaron en él.

San Baudelio ha captado el interés de expertos desde que, en 1884, apareciera la primera referencia de la ermita, como edificio objeto de estudio, facilitada por Elías Romera (referencia del trabajo 'El expolio de las pinturas murales de la Ermita Mozárabe de San Bauelio', de Elías Terés) .

Una explosión de honda espiritualidad invade a todo aquel que cruza la puerta de San Baudelio. No obstante, comprender la fusión de estilos y elementos no es tarea sencilla, por lo que tener la fortuna de descifrarla junto a la detallada explicación de Marian Arlegui, directora del Museo Numantino y apasionada declarada de San Baudelio es más que un placer; todo un honor.

Un "Unicum"

Marian Arlegui describe, de forma completamente comprensible, el papel de San Baudelio dentro de la historia del arte: "Es un unicum, no existe en el Románico europeo ninguna otra iglesia que haya conservado una mezcla tan interesante de aspectos orientales y occidentales del cristianismo". Destaca Arlegui la "sorpresa" que causa ver una iglesia, humilde en su apariencia exterior, pero con una excelsa riqueza interior no solo decorativa, sino también arquitectónica.

Pura "emoción estética" que se complementa con la "honda religiosidad" que emana del lugar. La directora del Museo Numantino propone una viaje en el tiempo para imaginar el lugar unas décadas antes del s.XI (momento en el que se levantó la ermita). "Hay que imaginar un magestuoso robledal, con dos manantiales en los alrededores y una cueva ocupada por un eremita. Un lugar sagrado respecto al que se conserva la memoria para levantar sobre él un templo", narra Arlegui, para ilustrar el poder místico de la ubicación escogida para un tesoro singular.

Asimismo, Marian Arlegui pide tener en cuenta que San Baudelio se construyó "en un territorio de fontera, muy probablemente, ocupado por musulmanes que se convirtió en testigo mudo de un cambio profundo de la liturgia cristana". Un enclave estratégico que, "por la suma de aspectos y decoraciones árabes, bizantinas, románicas y occidentales", demuestra que, según puntualiza Arlegui, "esa época que hemos llamado oscura, la Alta Edad Media, no lo fue tanto ya que es obvio que existió comunicación porque circularon motivos iconográficos", refiere la experta.

Por último, es obligada la mención a la división arquitectónica del templo. Aunque no se ha llegado a comprender exactamente la división funcional, "por la arquería que recuerda a una mezquitilla podemos intuir que en sus inicios sirvió para acoger el rito mozábare", señala la directora del Museo Numantino. El coro alto podría tener la función de separar a los monjes de la población y, "el ábside está notablemente sobreelevado para que el altar pudiese verse desde distintos lugares de la iglesia", continúa.

Muchos estudios coinciden en que la reputada palmera que protagoniza el centro del espacio no sujeta la bóveda, "lo que, de confirmarse, se traduciría en su función es simbólica y significativa más que funcional". Arlegui pone en valor el símbolo, de vida eterna, de este árbol desde Mesopotamia y que, en San Baudelio, "recoge y acoge a todos los fieles como símbolo también de vida religiosa".

Expolio de San Baudelio

La ermita de San Baudelio es una joya única en el mundo, pero su reputación, lamentablemente, no solo se atribuye a su relevancia arquitectónica y pictórica. El templo no puede contemplarse en su integridad a día de hoy porque entre los años 1922 y 1924 se materializó uno de los expolios legales con mayores consecuencias para la historia del arte español.

Hablamos de un expolio legal porque la propiedad de la ermita de San Baudelio correspondía por aquel entonces a diez vecinos de Casillas de Berlanga y, después de un importante litigio en el que intelectuales sorianos y nacionales intentaron paralizar el proceso, el Tribunal Supremo avaló, con una sentencia fechada a 12 de septiembre de 1923, la venta a Leone Leví, anticuario italiano que recibió un encardo del coleccionista Gabriel Dereppe, que a su vez trabajaba para el anticuario internacional J. Demotte.

A pesar de que esa misma sentencia del Alto Tribunal confirmaba el carácter de Monumento de la ermita, y hacía referencia expresa a la obligación de una autorización del ministerio para cualquier modificación que se intentara hacer en el templo, las pinturas fueron arrancadas a finales de julio de 1924. También se demostró la ineficacia de la Ley de Monumentos porque, aunque prohibía la exportación al extranjero de todo o parte de ingún Monumento, no fue capaz de evitar que buena parte de las pinturas de San Baudelio acabasen instaladas en varios museos de los EEUU.

Marian Arlegui, directora del Museo Numantino, lamenta "profundamente" este hecho porque "no puedo dejar de pensar lo que sería con todos los frescos y no solo con las huellas". No obstante, aclara que esa fue una época en la que "aunque existía una incipiente legislación de Patrimonio, esta se estaba consolidando".

¿Hasta dónde llega San Baudelio?

El expolio de San Baudelio y la exportación de sus frescos supusieron que las raíces de la ermita se extendiesen hasta el continente americano. Actualmente se puede contemplar su extraordinaria belleza en el Museo de Cincinnati, la sección de claustros del Museo Metropolitano de Nueva York (The Cloisters Museum), el Museo de arte de Indianápolis y el Museo de Bellas Artes de Boston.

Marian Arlegui es especialmente crítica con la forma de trabajar de los museos americanos. "En el Metropolitan las pinturas están solas, sin su contexto ni su espacio. Y si aquí expusiésemos como están las del The Cloisters, saldríamos en portadas de periódico". Pone como ejemplo lo sucedido con la rejería de la Catedral de Valladolid: "Se cortó la crestería porque no entraba en la exposición". Para ella, esto es el reflejo de que "no había interés más real aparte de la ostentación".

Una pequeña parte en el Museo del Prado

En 1957, el gobierno español consiguió cerrar el intercambio de algunas de esas pinturas por el ábside de la iglesia románica de San Martín de Fuentidueña (Segovia), que actualmente también se expone en el Museo Metropolitano de Nueva York. Las pinturas románicas que entonces se recuperaron no volvieron a su ubicación primitiva, sino que se custodian en el madrileño Museo del Prado.

Consecuencias para el arte del expolio de San Baudelio

San Baudelio es un hijo de su tiempo y se debe entender la cultura que predominaba en los inicios del siglo XX para comprender el contexto en el que se produjo el expolio de los frescos.

Explica Arlegui que "hasta 1910 se está practicando una arqueología colonial en el Mediterráneo que ha nutrido los grandes museos. Es cierto que aquí sí hubo una reacción de los intelectuales sorianos contra ese expolio, pero por las consecuencias que tuvo supuso un fuerte espaldarazo a la necesidad de proteger".

Tal y como explica Elías Terés en su libro 'El Expolio de las pinturas murales de la Ermita Mozárabe de San Baudelio', cuando ya se había consumado el arranque de las pinturas de la Ermita soriana cuando, el 15 de agosto de 1926, se publicó el Real Decreto-Ley del Tesoro Artístico Arqueológico Nacional, de máxima importancia para el Patrimonio español.

Este Decreto fijó los preceptos para hacer efectiva la protección del Estado y conservar la riqueza patrimonial, cualquiera que fuera su propietario, materia y forma. También se prohibió la exportación de obras cuya salida de España constituyera grave daño para la Historia, la Arqueología y el Arte.

El asunto de San Baudelio contribuyó de forma decisiva a la redacción de esta normativa, algo que se hacía patente en su artículo 4º que catalogaba como bienes inmuebles, "cuantos elementos puedan considerarse consustanciales con los edificios y formen parte de los mismos, o su exorno".

Continúa leyendo la segunda parte en este enlace.

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