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Setas venenosas | Las parejas micológicas que más dudas generan en los montes de Castilla y León

Setas venenosas | Las parejas micológicas que más dudas generan en los montes de Castilla y León

Actualizado 02/11/2023 20:56

En estas parejas micológicas una seta es buena y otra no, una es comestible y otra resulta tóxica y, en ocasiones, mortal. Guarda esta guía para perderte por los montes de la comunidad sin miedo a posibles disgustos.

Perderse en los montes de Castilla y León tiene premio. Es un placer disfrutar de sus entornos naturales en otoño, época de ricos contrastes crómaticos, y todavía es más gratificante hacerlo con el objetivo de localizar las diferentes especies de setas y hongos que en ellos floran durante estos meses.

Pero la recolección micológica no es tarea sencilla. La línea entre una seta comestible y otra tóxica es en ocasiones demasiado fina y, además, existen 'hermanas' que pueden provocar más que un susto cuando se cuelan en las cestas de aquellos que no han sabido diferenciarlas. La prudencia debe ser la bandera de todo buen setero y, aunque el mejor consejo es dejar en el monte lo que no conocemos a la perfección, esta pequeña guía puede evitar algún que otro disgusto.

Galamperna-Macrolepiota procera (comestible) y Lepiota helveola (tóxica)

Setas venenosas | Las parejas micológicas que más dudas generan en los montes de Castilla y León | Imagen 1

La galaperna es una deliciosa seta que se conoce popularmente como parasol y aparece casi en cualquier tipo de terreno. Con importante porte y de olor y sabor agradable, tirando a fruto seco o nuez, es muy apreciada en la cocina. No obstante, se asemeja mucho a otras lepiotas tóxicas, por lo que se debe extremar el cuidado en su recolección y conocer bien sus características.

En esta lista de lepiotas tóxicas entran la Macrolepiota venenata, la Lepiota helveola y la Lepiota brunneoincarnata. Todas ellas tienen en común un menor tamaño en comparación con un ejemplar adulto de la macrolepiota procera, por lo que existe una regla de oro que debería ser de uso obligado: nunca recoger lepiotas con un sombrero menor de 10 cm de diámetro.

Boletus edulis (comestible) y Boletus satanás (tóxico)

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El boletus edulis el rey del pinar en otoño. Tanto es así, que recolectores y consumidores se rinden honores habiendo popularizado su nombre científico. Aunque se adapta a multitud de suelos, es muy común en las zonas de pinares altos. Dispone de un sombrero de color canela, pardo o marrón claro, más oscuro en el centro. Su carne es tierna, inmutable y blanca y desprende un inconfundible olor a avellana. Puede alcanzar una altura de entre 5 y 22 centímetros.

Frente a este tesoro micológico encontramos a su hermano, el boletus satanás. Una seta que no engaña, pues su nombre deja poco margen a las interpretaciones. No obstante, es fácilmente indentificable pues, en primer lugar, su tamaño la delata. Es uno de los boletus con mayor porte, pudiendo superar los 30 cm. Su sombrero es de color blancuzco, pálido. Los poros del boletus satanás tienen un tono amarillento pálido, finalizando en un rojizo-anaranjado. Además, estos ejemplares azulean de manera lenta al corte.

Es un hongo tóxico que provoca alteraciones gastrointestinales, diarreas, náuseas y fuertes dolores, pero más allá de una deshidratación no sería peligroso.

Gibelurdin-Russula virescens (comestible) y Amanita phalloides (tóxica)

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Nos encontramos con una de las parejas más peligrosas del listado, pues la que para muchos es la mejor de las russulas, por un sabor especial que atrapa, genera confusiones con una amanita que puede resultar mortal. También conocida como cicuta verde, la amanita phalloides es la seta venenosa que más intoxicaciones provoca cada temporada.

Principalmente la podremos encontrar en bosques de alcornoques, robles y encinas, hayas y castaños. Adopta tonalidades verdosas amarillentas, oscureciendo levemente el tono en el centro. Posee las láminas de color blanco puro, anchas, desiguales y apretadas. El pie es cilíndrico y se va ensanchando poco a poco hacia su base, terminando en un bulvo de forma ovoidal. Tiene un olor agradable que sirve de trampa. La potencia de su veneno es tal que la ingesta de 25-30 gramos de esta seta (medio ejemplar) puede provocar la muerte de una persona adulta.

Lo más importante para diferenciar la amanita phalloides de la giberdulin-russula es que la primera tiene anillo y volva. El verde del sombrero tampoco se parece.

Amanita caesarea (comestible) y Amanita muscaria (tóxica)

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La Amanita Caesarea y la Amanita Muscaria son hongos de la misma familia, pero una resulta exquisita y muy apreciada mientras que la otra es tóxica. Aunque es mejor no confiarse, su color las hace fácilmente distinguibles, pues el sombrero de la primera es anaranjado y el de la segunda es rojo con pintas blancas (la típica seta de los dibujos animados).

La Amanita Caesarea, conocida comúnmente como oronja, amanita de los césares o yema de huevo, se desarrolla a principios del otoño, principalmente bajo alcornoques, aunque también junto a encinas, robles o castaños. Es considerada como una de las mejores setas culinariamente hablando. Para eviar confusiones deberemos fijarnos en las láminas y el pié. En esta especie son predominantemente blancos.

Clitocybe Nebularis (comestible) y Entoloma lividum (tóxica)

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La pardilla y falsa pardilla son una pareja que, cada año, provoca decenas de confusiones que acaban en el hospital por diversas intoxicaciones. La pardilla (clitocybe Nebularis) tiene cutícula gris, pie grueso, esponjoso sobre todo en la base del pie que esta recubierta con una pelusilla blanca, láminas decurrentes, esporas blancas, olor a harina, frutas y moho, además de un sabor fuerte a harina agria.

La falsa pardilla (Entoloma Lividum o Entoloma Sinuatum) tiene cutícula gris y a veces blanca, pie engrosado en la base, láminas escotadas, o sea que se cortan antes de llegar al pie, esporas rosas, olor agradable a harina y sabor agradable.

En la falsa pardilla la esporada es de color salmón y en la pardilla blanca. Pero, para distinguirlas definitivamente, los expertos recomiendan hacer la prueba de las láminas decurrentes. Se cogen las láminas debajo del sombrero y se estira de ellas, si recorren todo el tallo sin romperse es que son pardillas.

Champiñón (comestible) y Amanita verna (tóxica)

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Los recolectores más inexpertos deben tener un cuidado especial con esta pareja. En el monte no toda seta pequeña, redonda y blanca es un champiñón. Es más, existe una con estas características que, además, tiene efectos letales.

Cuando el ejemplar es grande y está bien desarrollado, es fácil de identificar, pero a veces nos podemos encontrar con algunos pequeños y entonces el parecido con los champiñones es muy grande.

Los champiñones tienen láminas rosadas y no tienen volva. También es útil conocer que la amanita verna solo nace en primavera y suele encontrarse en encinares, mientras que el champiñón nace en pastos y pinares.

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