Cuatro recetas de torrijas para conquistar a todos los paladares

Seguramente ya hayas caído en la tentación de comer alguna que otra torrija, pero nunca está de más ponerse manos a la obra, meterse en la cocina y preparar este típico postre de Semana Santa por ti mismo. Además, y si tienes una comida familiar, seguro que les dejas con un buen sabor de boca.

Si el otro día una de las participantes del I concurso de torrijas y limonada realizado en el Mercado Municipal nos contó cómo elaboraba la limonada, hoy otros tres asistentes nos cuentan cuál es el secreto para elaborar una torrija de concurso.

Las clásicas

Javier Delgado, nos cuenta que él se decanta por las torrijas tradicionales. Lo primero que hace es infusionar la leche con azúcar, una rama de canela y ralladura de limón. Una vez lo tiene listo, coge, en su caso, “rebanadas de pan de molde de corte grueso y las empapo en el líquido”. A continuación, “las paso por huevo y a freír”. Para finalizar, las quita el exceso de aceite con papel de cocina y les añade azúcar y canela para decorar.

Mojadas en vino

Esta receta es una de las más antiguas que se conocen. Y es que antiguamente, según nos cuenta Manuela, expresidenta de la asociación ‘Amas de Casa de Soria’, lo que se hacía era “mojar el pan en vino y freírlo. Luego se escurrían ligeramente y se rebozaban en azúcar y canela”.

Una forma sencilla que seguro que todavía muchos sorianos recuerdan haber probado durante su infancia.

Untadas en nata

Otra de las recetas que nos cuenta Manuela es una con un toque diferente a la hora de infusionar la leche. En este caso “pondremos la leche a calentar. Eso sí, que no llegue a hervir en ningún momento. Y, le echaremos azúcar y un poco de nata”.

Y, mientras tenemos la leche en los fuegos vamos cortando el pan “pero que sea del día anterior para que se quede un poco duro”. Además, nos confiesa que, el secreto para una buena torrija es que el “grosor de la rebanada tiene que ser de unos 3 centímetros para que queden bien esponjosas”, algo con lo que su amiga Pilar no está de acuerdo, pues considera que “tienen que ser de 2 centímetros”.

Una vez tenemos el pan cortado, se rocían con la leche, luego “las pasamos por el huevo y directas a freír en un aceite que esté a 80 o 85ºC”.

Para finalizar, “las dejamos reposar sobre papel de cocina para quitar el exceso de aceite y luego las rebozamos en azúcar con canela. Y, si nos ponemos exquisitos, ya le echamos un chorro de chocolate líquido para decorar”.

En almíbar

Estas, según nos cuenta Pilar, las descubrió en una revista que ojeó hace bastantes años. Lo primero que habrá que hacer será poner a calentar la leche entera con un poco de azúcar, hasta que este se disuelva. Una vez lo tengamos “tenemos que dejar templar la leche un poco, para que se temple y podamos empapar las rebanadas de pan”. Y, aquí es donde viene el cambio. Nos confiesa que “las llevamos directamente a freír, sin pasarlas por el huevo”.

Una vez fritas, “las dejamos reposar”. Mientras, en otra cazuela “hacemos un almíbar de agua con azúcar”, y cuando esté listo “pasas las torrijas por ese jugo para después rebozarlas por azúcar y canela”. Nos asegura que “están buenísimas”.