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Intensidad que no quiere quedarse atrás. Emociones que buscan quedarse, y permanecerán, en los corazones. Que las agujas el reloj no giren. Es lo que tiene, cada año, la noche del Lunes de Bailas, que eleva latidos y brota lágrimas, espontáneas... y sin reservas. Soria ha dicho adiós a unos días intensos, con una gran afluencia en campo y calles para honrar a San Juan y a la Madre de Dios, como son llamadas las fiestas que, únicas en el mundo, colman y rebosan intenciones y alegrías, pese a una temperatura en su último día, menos agradable que lo habitual para estas fechas. La plaza Mayor bulle, orgullosa y pesarosa, una despedida que siempre es única.
Y ya, martes 'a escuela', como es debido.