A lo largo de esta década han sido 56 las personas que han pasado por el centro, de las cuales actualmente 39 continúan siendo residentes.
El centro residencial Asovica ha alcanzado su décimo aniversario. Desde su inauguración, el 3 de noviembre de 2014, ha sido un lugar clave para personas con trastornos mentales graves y prolongados.
Marcos Gómez, director de la residencia de Asovica, ha explicado que a lo largo de esta década han sido 56 las personas que han pasado por el centro, de las cuales actualmente 39 continúan siendo residentes. “El centro tiene capacidad para 40 personas, lo que nos permite ofrecer una atención personalizada a cada uno de los usuarios”, ha detallado.
El acceso al centro se gestiona a través de una Comisión Sociosanitaria, que incluye a profesionales de la Junta de Castilla y León, expertos en salud mental y servicios sociales. “Este equipo multidisciplinario estudia los casos y nos remite directamente a los pacientes que consideran adecuados para el ingreso”, ha precisado Gómez. En este momento, la lista de espera cuenta con 45 personas de toda la comunidad, pero el centro ha decidido no ampliar su capacidad con el objetivo de evitar el regreso al modelo hospitalario tradicional, que se asocia al antiguo sistema de los hospitales psiquiátricos. “Nuestra intención es proporcionar una atención directa y cercana”, ha apuntado.
Una de las estadísticas más destacadas de Asovica es que solo nueve de los residentes actuales han requerido ingreso en unidades de agudos psiquiátricos. El director de la residencia ha destacado que este dato refleja una importante disminución en los casos de gravedad, lo que demuestra la eficacia del modelo de atención preventiva y controlada. “Aunque algunos de nuestros residentes han tenido recaídas, hemos logrado gestionar sus crisis con la ayuda de los médicos psiquiatras de la sanidad pública. Esto demuestra la eficacia de este tipo de recursos, que nos permite intervenir antes de que se lleguen a situaciones más críticas”, ha afirmado.
El objetivo de Asovica no solo es la atención médica, sino también la integración social de las personas con enfermedades mentales graves. En este sentido, ha enfatizado la importancia de los apoyos diarios para los residentes, que incluyen el control del tratamiento, consultas periódicas y actividades de vida diaria. “Una vez que las personas están clínicamente estables, el trabajo que queda por hacer es proporcionarles un entorno de vida equilibrado y con las ayudas necesarias. A través de este enfoque, hemos comprobado que la mayoría de nuestros residentes logran mantener un buen nivel de estabilidad”, ha concluido.