Cuatro sopas castellanas de Soria para hacer frente a los duros días de frío

Con el frío que está haciendo estos últimos días, no hay nada que siente mejor que una sopa bien caliente, de esas reconfortantes que te entran y se te meten hasta en los huesos. En Castilla y León hay una amplia variedad de este plato tradicional que ha alimentado bocas desde tiempos inmemoriales. Y, por supuesto, en la provincia de Soria se han convertido en un plato fundamental de la gastronomía local y un reflejo de la vida rural.

Sopa de ajo

Esta sopa es uno de los platos más básicos y fundamentales de la gastronomía. Es tan típica que, incluso en muchos municipios, se incluye en sus comidas populares durante las fiestas, para repartirla entre los vecinos y visitantes. Existen muchas recetas y formas de elaborarla, ya que, una cosa es la base y otra la ejecución, y cada familia tiene su truco para darle ese toque único que la hace exquisita. Además, para su elaboración no se requiere una gran inversión económica.

Para realizarla necesitaremos seis dientes de ajo, una hoja de laurel, cuatro rebanadas de pan del día anterior, un huevo, una cucharadita de pimentón de la Vera, un litro de caldo de carne o agua, aceite de oliva, sal y pimienta al gusto.

Ahora, con todos los ingredientes listos, nos ponemos a elaborar este sencillo, pero exquisito plato. Lo primero que debemos hacer es poner un chorro de aceite de oliva en una cazuela grande para sofreír los dientes de ajo, previamente laminados, hasta que estén dorados. A continuación, añadiremos la hoja de laurel y el pimentón de la Vera, removiendo continuamente para que no se nos queme el pimentón. Después incorporaremos las rebanadas de pan del día anterior, que ya tendremos troceadas, y removeremos para que se impregnen bien con los ingredientes de la cazuela. Una vez haya empapado todo bien, verteremos el caldo o el agua, que tendremos que haber calentado antes en otra cazuela, y lo dejaremos hervir durante unos 10 minutos hasta que el pan se deshaga y forme una especie de crema. El último paso será, justo antes de apagar el fuego, echar el huevo en la sopa y remover durante uno o dos minutos hasta que se mezcle todo bien. Finalmente, probaremos y, si es necesario, rectificaremos de sal y echaremos un poco de pimienta.

Sopa de cocido

La sopa de cocido puede que sea otra de las más representativas de la cocina castellana y posiblemente una de las favoritas de muchos, al ser la resultante del cocido. Para realizarla necesitaremos 500 gramos de garbanzos, un trozo de carne de ternera, un trozo de carne de cerdo, un hueso de jamón, un chorizo, una morcilla, dos zanahorias, un puerro, una hoja de laurel, sal y pimienta, y fideos finos si es de nuestro agrado.

Para su elaboración necesitaremos una olla grande en la que pondremos los garbanzos, las carnes (ternera, cerdo y hueso de jamón), el chorizo, la morcilla, las zanahorias peladas y el puerro. Todo ello lo cubriremos con agua fría, a la que añadiremos la hoja de laurel, la sal y la pimienta al gusto, para después llevarlo todo a ebullición. Una vez que empiece a hervir, reduciremos el fuego y dejaremos cocer durante unas 2-3 horas. Pasado este tiempo retiraremos las carnes y verduras de la olla y, con un colador, filtraremos el caldo para obtener una sopa limpia.

En caso de que queramos añadirle fideos, volveremos a poner el caldo en la cazuela y se los añadiremos. Con todo esto, ya tendremos nuestro plato único para afrontar con fuerzas el duro invierno.

Sopa de trufa soriana

Esta sopa se convertirá en la estrella de tus comidas con invitados, ya que es perfecta para ofrecer un plato diferente pero espectacular en la mesa, aportando un toque sofisticado.

Como ingredientes necesitaremos una trufa negra, de aproximadamente 50 gramos, un litro de caldo de ave o de carne, dos cucharadas de aceite de oliva, dos dientes de ajo, dos rebanadas de pan del día anterior, un huevo y sal y pimienta al gusto.

Para su elaboración, primero debemos limpiar bien la trufa y luego laminarla, reservando unas cuantas láminas para decorar la sopa al final. A continuación, en una cazuela calentaremos el aceite de oliva y sofreiremos los ajos, previamente picados, hasta que estén dorados. Añadiremos el caldo, previamente calentado en otra cazuela, y dejaremos que hierva durante cinco minutos. Después incorporaremos las láminas de trufa y removeremos. Una vez haya soltado su sabor y aroma, será el momento de agregar las rebanadas de pan troceadas. Volveremos a remover hasta que se deshagan en el caldo. Como punto final, incorporaremos el huevo en la sopa y removeremos a fuego lento durante unos minutos hasta que todo quede bien incorporado. Ahora solo nos queda probar y rectificar de sal y pimienta si fuera necesario. Para emplatar, serviremos en un plato hondo y decoraremos con las láminas de trufa que hemos reservado al principio.

Sopa de cebolla soriana

Si antes hemos hecho una sopa de ajo, ahora toca el turno de la cebolla. Se trata de una receta de origen humilde, pero de gran sabor, por lo que no hay que infravalorarla. Una elaboración sencilla, pero cargada de intensidad.

Para preparar nuestra última sopa necesitaremos cuatro cebollas grandes, dos dientes de ajo, un litro de caldo de carne, dos rebanadas de pan, aceite de oliva, una cucharada de pimentón de la Vera (si es de nuestro gusto), y sal y pimienta al gusto.

Comenzaremos pelando y cortando las cebollas en juliana y picando los dientes de ajo. Una vez tengamos todo troceado, echaremos un chorro de aceite de oliva en una cazuela y sofreiremos, durante aproximadamente 20 minutos, las cebollas a fuego lento, hasta que estén doradas y caramelizadas. Una vez estén al punto, añadiremos los ajos picados y, si se desea, el pimentón de la Vera, removiendo constantemente. A continuación, verteremos el caldo, previamente calentado, y dejaremos que hierva todo durante 10 minutos. Transcurrido el tiempo, incorporaremos las rebanadas de pan y dejaremos que se ablanden en el caldo. Finalmente, rectificaremos de sal y pimienta al gusto.

Cuatro recetas sencillas para disfrutar de la gastronomía soriana de una forma sencilla, pero deliciosa, que nos hará afrontar mejor el frío invierno. Ahora solo queda atreverse y meterse entre fogones.