En San Esteban no solo se ha caído parte del puente medieval. Con el desvío de la N-110 se han alterado las rutinas de cientos de personas. Ahora, la mayoría están enfadados y otros muchos temen por el futuro pues ya hay negocios que están en riesgo.
El pasado 10 de marzo se detuvo el tiempo en San Esteban de Gormaz. Sobre las 11:00 se cortaba al tráfico la N-110 por el desprendimiento de uno de los aleros del puente medieval. La borrasca Martinho había azotado con demasiada fuerza una infraestructura que ha soportado durante siglos el paso por una ubicación hasta ahora privilegiada.
En casi tres semanas ha dado tiempo a muchas cosas. Han hablado los representantes de, casi, todas las administraciones públicas. Se han pedido medidas y se ha anunciado una solución. Hoy le damos voz a los afectados. Parte de los 600 vecinos que viven al otro lado del puente y han quedado desconectados de los principales servicios. Ahora tienen que cruzar el puente a pie dos o cuatro veces al día para evitar un rodeo de 40 kilómetros. Paseos, en muchas ocasiones, que deben hacerse portando pesos importantes en brazos, a la espalda o, si se tiene suerte, con la ayuda de un carro. Los más optimistas agradecen la dosis extra de ejercicio físico porque "nos estamos poniendo en forma".
También hablan trabajadores que deben doblar jornadas laborales y esfuerzo para cumplir. Y como no, los que sufren unas consecuencias económicas que, si se extienden en el tiempo, "nos hundirán a todos". Estos aseguran que "se ve mucha menos gente por la calle" y, cuando baja el movimiento, "lo acaban notando todos los sectores económicos.
La mayoría piden "una alternativa moderna" a una infraestructura que "ya ha dado todo lo que podía". Muchos consideran que un puente provisional "nos haría la vida mucho más fácil a todos" aunque son conscientes de que "hoy se ha complicado todo" tras las declaraciones del subdelegado del Gobierno en Soria. Resultan inevitables las comparaciones con Talavera de la Reina y lamentan que "de nosotros no se acuerda nadie porque aquí no hay votos y por eso no se mueven".
Cruza el puente medieval todos los días porque su madre vive "justo en el otro lado". Antes llevaba a sus perras en coche, pero ahora tiene que hacerlo andando. Aunque confiesa que "a ella no le viene mal caminar", cuenta que "a mi madre, que tiene mal la rodilla, le preocupa tener que cruzar a diario durante mucho tiempo". Trabaja en la farmacia y señala que "no hemos notado una bajada de las ventas". Cree que "ser un servicio básico tiene que influir". Ve "bien" que se arregle el puente, pero pide que se estudie recuperar "el proyecto de otro aguas abajo". Esto "liberaría al actual de camiones", concluye.
Vive en San Esteban y trabaja en una bodega de Peñalba, al otro lado del puente. Cruza el puente caminando varias veces al día y "el problema llega cuando lo tenemos que hacer con peso, con vino para repartir a los bares". Agradece que haya llegado el buen tiempo porque "paraguas y carrito no son una buena combinación". Está preocupado porque "en la bodega se está notando mucho". Ya no hay visitas y "los pedidos tardan en salir porque el transportista pasa una vez a la semana". Reconoce estar "enfadado" y afirma que "reparar el puente no servirá de nada". Se muestra preocupado por la seguridad porque "nos obligarán a convivir con una obra". No comprende cómo "nos hacen pasar por una acera cuando se ha caído la contraria".
Trabaja en una empresa de paquetería y califica la situación como una "putada". Todos los días debe hacer "100 kilómetros extra para llegar al otro lado o cruzar el puente andando", una "pérdida de tiempo" que nadie compensa, pues "desde entonces trabajo una hora más cada día para cumplir y todavía hay paquetes urgentes que se retrasan". Se reconoce "muy estresado" y exhige "una solución rápida" porque "si no es así se hundirá el pueblo entero".
Es el propietario del bar El Soportal, ubicado en la plaza Mayor de San Esteban. Aunque por su situación "nosotros todavía no lo hemos notado mucho", sabe que "llegará el momento". Le preocupa la inmediatez de la Semana Santa ante un turismo que "obviamente irá a menos si el puente sigue cortado". Exclama que "deberían haber hecho otro puente hace años" porque "la limpieza que llevaron a cabo fue un parche".
Trabaja en la estación de servicio de San Esteban. Ella es contundente: "Hemos pasado de trabajar a no trabajar". Cuantifica las pérdidas en "más del 50% de la facturación" porque "todo aquel que pasaba por la N-110 y era fijo para repostar ahora o viene con el depósito lleno o no viene". De momento no teme por su empleo, pero confía en una solución a corto plazo que evite que "toda la comarca se hunda". Lamenta que "solo por una cuestión de voluntad política no se nos dé una solución justa".