Su nombramiento tendrá lugar el próximo 27 de septiembre en la Catedral de Santa María del Prado. “Voy a poner todo mi corazón para querer a los fieles ciudadrealeños como he querido a los sorianos”, ha manifestado.
Abilio Martínez se ha despedido esta mañana de la Diócesis de Osma-Soria. Después de ejercer como obispo durante ocho años, el pastor diocesano empezará una nueva etapa en Ciudad Real el próximo 27 de septiembre. Según ha informado en su rueda de prensa de despedida, ese día será nombrado en su nuevo cargo en la Catedral de Santa María del Prado.
Hasta entonces, el mitrado continuará desempeñando sus funciones en Soria, aunque con limitaciones, actuando como administrador diocesano: “Es un tiempo raro, ya que no terminas de estar del todo. No obstante, es lo que marca el derecho canónigo”.
La diócesis de Osma-Soria comenzará su período de sede vacante una vez Abilio Martínez se traslade a Ciudad Real. Posteriormente, si la Santa Sede no marca a su sustituto, se reunirá el colegio de Consultores para elegir a un nuevo administrador diocesano. Este será un sacerdote que actuará como obispo hasta que el Vaticano nombre al sucesor de Martínez.
Independientemente de que los tiempos pueden variar, se espera que el nuevo prelado ocupe el cargo en un plazo de seis meses a un año: “Se supone que buscarán un sacerdote que nombrarán obispo. Es la trayectoria que han seguido en las últimas décadas en Soria”.
Abilio Martínez ha hecho un repaso a su trayectoria en Osma-Soria. Durante ocho años, se ha mostrado como una persona cercana que ha visitado numerosos pueblos para predicar la palabra de Dios. Devoto de la virgen del Carmen, reconoce que ha vivido una etapa muy buena, cerca de su tierra (La Rioja) y de sus padres.
Tras mucho trabajo, ha puesto de manifiesto su alegría por haber conseguido una iglesia en la que los laicos bautizados han adquirido mucha responsabilidad eclesial. También ha expresado su satisfacción por haber incrementado la cifra de seminaristas mayores de dos a cuatro: “Parece una gota en el océano, pero una gota quita la sed”.
La mejora del patrimonio ha sido otro de los pilares de su obispado, consiguiendo numerosos fondos europeos para mejorar templos como las colegiatas de Medinaceli y la de Berlanga de Duero, San Saturio o la concatedral de San Pedro: “Hemos intentado que nuestro patrimonio no vaya a menos”.
En definitiva, ha sentenciado que su objetivo ha sido y sigue siendo “hacer iglesia paso a paso, con un trabajo que a veces no se ve, pero que existe”.
El obispo de Osma-Soria ha vivido momentos complicados durante su etapa en Soria. En ese sentido, ha recordado el fallecimiento de numerosos sacerdotes jóvenes, “que representan la fragilidad del clero”, y la llegada de la pandemia del Covid: “Me costó mucho cerrar las iglesias”. A ese respecto, también ha reconocido quedarse con la espinita de “no haber logrado una iglesia más en comunión”.
En el otro lado de la balanza, ha rememorado instantes muy felices como las jornadas en las que ha participado con feligreses, las romerías a las que ha acudido o el sentimiento que le ha producido cada año la celebración de la Virgen del Carmen en El Burgo de Osma.
A pesar de que todavía no ha tenido mucho tiempo de informarse sobre su nuevo lugar de residencia, ha apuntado ciertos detalles: una Diócesis muy extensa con medio millón de habitantes, 13 seminaristas mayores y una congregación joven del s.XIX. Después de esas primeras nociones, Martínez espera desplazarse próximamente hasta Ciudad Real para conocer el lugar en el que vivirá a partir del 27 de septiembre. “Pondré todo mi corazón para querer a los fieles ciudadrealeños como he querido a los de Soria”, ha indicado.
A la hora de analizar su distribución, ha hecho hincapié en que la provincia cuenta con pueblos mucho más grandes que los sorianos con hasta 70.000 habitantes. En esa dirección, ha reconocido que, al tener la población más concentrada, se necesitan menos sacerdotes: “Por poner un ejemplo. Tierras Altas puede tener 4.000 vecinos, pero muy repartidos. Por ello, se necesitan seis sacerdotes y una religiosa. Allí, en cambio, una misma iglesia puede reunir a 4.000 personas”.
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