Anselmo García, desde la Fundación Soriactiva de Caja Rural, solicita a la Diputación una nueva reunión de la Mesa de la Trufa. El objetivo es buscar una protección a la tuber melanosporum soriana. “Si alguien se quiere desmarcar que lo haga”, invita a los reticentes con el proyecto.
La trufa negra es uno de los grandes productos de la gastronomía soriana, un reclamo turístico y un motor económico para el mundo rural. Pero siendo todo eso cierto no lo es menos que parece no haber una unidad de acción que permita llevarla al siguiente nivel. Un siguiente nivel que sería la obtención de una denominación de origen o, cuanto menos, una indicación geográfica protegida (IGP) y del que se lleva años hablando en Soria.
El borrador de los estatutos para crear un consejo gestor y presentar la petición a la dirección general de alimentación del Ministerio de Agricultura lleva meses terminados. Así lo señalaba esta semana Anselmo García, director de la Soriactiva de Caja Rural, una de las dos fundaciones, junto a Cesefor, que se ha encargado de elaborar el documento.
El problema, parece estar en algunos productores que prefieren continuar en el limbo actual que les da mayor flexibilidad a la hora de operar con su producto. "Los propios truficultores no están interesados en seguir para adelante con este proyecto", señalaba el presidente de la Diputación, Benito Serrano, hace escasos meses.
La Diputación juega un papel importante en este debate, pues es la encargada de convocar la mesa de la trufa que reúne a productores y comercializadores, administraciones y fundaciones y porque lleva 25 años promocionando el desarrollo de este cultivo con subvenciones que rondan, en conjunto, el millón de euros. La última vez que se reunió la mesa de la trufa fue hace un año.
En total, Soria cuenta con unos 150 truficultores identificados, agrupados en dos asociaciones diferentes. Se estima que la producción media de la provincia supera los 40.000 kilos, en las cerca de 2.000 hectáreas dedicadas a este cultivo. La porosidad de estos datos y la falta de control real sobre la producción y la actividad son una realidad y sustentan los enfrentamientos que impiden avanzar el proyecto. Otras regiones, como el caso de Teruel avanzan a pasos agigantados para poner en valor y proteger su tuber melanosporum.
Sabiendo que “lo importante es llegar y no ser el primero”, Anselmo García (cuya fundación forma parte de la mesa de la trufa y lleva una década impulsado este producto) ha reclamado a la Diputación una nueva reunión y pide que se den pasos hacia la protección con independencia de quienes se quieran unir y quienes no. García pone como ejemplo la Marca de Garantía del Torrezno de Soria que, años después de su fundación y demostrado su éxito, continúa añadiendo empresas a la misma.
“Hasta ahora no se ha podido hacer por lo que sea”, señala Anselmo sin buscar culpables, pero incide en que “si todos estamos de acuerdo en que sería bueno” el “chovinismo” no puede dar al traste con el proyecto. “Si alguien se quiere desmarcar que lo haga”, incide haciendo un llamamiento por negociar el borrador, firmarlo y ponerse a trabajar.
“Lo que hace falta es hacerlo”, recalca mientras asegura que el Ministerio de Agricultura estaría por la labor. “No puede ser que por intereses personales o particulares no se haga algo que es buena para la provincia de Soria”, señalaba sin ocultar cierto enfado y señalando que si hay que presionar o “dar cuatro chillidos” para que esto salga adelante habrá que hacerlo.
“Llevamos 14 años trabajando en ello y es una pena que se nos haya adelantado Teruel”, resume y pide “unión y juntar fuerzas” para “no tirar la toalla” ya que es posible lograr esa denominación de origen o una indicación geográfica protegida “a corto plazo”, asegura.
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