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Cinco años después del confinamiento: así cambió la vida en Soria durante la pandemia

Cinco años después del confinamiento: así cambió la vida en Soria durante la pandemia

Actualizado 14/03/2025 08:59

La provincia soriana vivió momentos dramáticos durante los primeros meses de la crisis sanitaria, con una de las tasas de mortalidad más altas de España y un sistema sanitario al borde del colapso que dejó secuelas que aún perduran en la memoria colectiva.

El 14 de marzo de 2020, el entonces y ahora presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, decretaba el estado de alarma que confinaría a todos los españoles en sus hogares durante meses a partir del día siguiente. Cinco años después, Soria recuerda aquellos días que transformaron la vida cotidiana y dejaron una profunda huella en la sociedad, marcando un antes y un después en la historia reciente de la provincia.

Los primeros días: incredulidad y adaptación forzosa

Los primeros casos de coronavirus en la provincia llegaron a principios de marzo, pero fue tras el confinamiento cuando la situación se agravó dramáticamente. Durante las primeras semanas, Soria se convirtió en una de las provincias más castigadas de España, con una tasa de mortalidad que superaba ampliamente la media nacional. Las calles de la capital soriana, habitualmente bulliciosas, quedaron desiertas de la noche a la mañana. Los comercios bajaron sus persianas, los parques se precintaron y las plazas quedaron vacías. Solo las farmacias y supermercados mantenían su actividad, con largas colas de personas guardando distancias de seguridad, muchas veces improvisadas con marcas en el suelo. La adaptación al teletrabajo fue especialmente complicada en una provincia con problemas históricos de conectividad. Muchas familias tuvieron que reorganizar sus hogares para compatibilizar el trabajo de los adultos con las clases online de los niños, a menudo compartiendo dispositivos electrónicos entre varios miembros de la familia.

El sistema sanitario al límite

El Hospital Santa Bárbara vivió momentos críticos con su UCI desbordada. Los profesionales sanitarios trabajaron en condiciones extremas, sin suficiente material de protección y con turnos interminables que ponían a prueba su resistencia física y emocional. La falta de respiradores obligó a trasladar pacientes a otros centros hospitalarios de Castilla y León, principalmente a Burgos y Valladolid. "Nunca olvidaré aquellos días. Teníamos que decidir a quién intubar y a quién no, algo para lo que nadie nos había preparado", recordaba recientemente un sanitario del servicio de Urgencias en declaraciones a medios locales. El personal sanitario tuvo que improvisar equipos de protección, reutilizar mascarillas y trabajar con la constante incertidumbre de poder contagiarse o contagiar a sus familias. Los centros de salud de la provincia también sufrieron la presión asistencial. En localidades como Almazán, San Esteban de Gormaz o El Burgo de Osma, los equipos médicos se vieron desbordados por la atención telefónica, las visitas domiciliarias a pacientes graves y la gestión de casos sospechosos con medios muy limitados.

La tragedia en las residencias

Las residencias de ancianos fueron especialmente golpeadas. Decenas de mayores fallecieron en estos centros, donde el virus se propagó con rapidez entre la población más vulnerable. La soledad marcó los últimos momentos de muchos sorianos que no pudieron despedirse de sus familiares, un dolor que muchas familias aún arrastran cinco años después.

En algunos centros, como la Residencia Los Royales, la situación llegó a ser crítica, con más de 40 fallecimientos en pocas semanas. El personal, también afectado por bajas debido a contagios, trabajó hasta la extenuación para cuidar a los residentes en unas circunstancias extremadamente difíciles. La intervención de las Fuerzas Armadas a través de la UME (Unidad Militar de Emergencias) fue fundamental para la desinfección de estos espacios y el apoyo logístico. Sus imágenes, con trajes de protección recorriendo los pasillos de las residencias, quedaron grabadas en la retina de muchos sorianos.

La solidaridad como respuesta

En las calles, el silencio solo se rompía con los aplausos de las 20:00 horas, un homenaje diario a los sanitarios que se convirtió en ritual. La solidaridad emergió con fuerza: vecinos que hacían la compra para los mayores, empresas que reconvirtieron su producción para fabricar material sanitario y voluntarios que confeccionaban mascarillas caseras cuando escaseaban las homologadas. Iniciativas como 'Soria Ayuda' conectaron a cientos de voluntarios con personas vulnerables que necesitaban apoyo para tareas básicas.

Empresas locales como Fico Mirrors adaptaron sus líneas de producción para fabricar pantallas protectoras, mientras que pequeños talleres textiles se volcaron en la confección de mascarillas cuando aún no había suficiente suministro. Labor callada de Copiso, que ofreció sus sistemas de analíticas para ayudar a la sanidad. Los grupos de WhatsApp vecinales se convirtieron en redes de apoyo donde se compartían recursos, información y ánimos. "Nunca había hablado tanto con mis vecinos como durante el confinamiento, paradójicamente cuando no podíamos vernos en persona", comentaba una vecina del barrio de Santa Bárbara.

El impacto económico: un golpe a la ya frágil economía soriana El impacto económico fue inmediato y devastador. Comercios cerrados, ERTE en numerosas empresas y un sector hostelero paralizado. La provincia, ya de por sí afectada por la despoblación, vio cómo muchos negocios bajaban definitivamente la persiana, especialmente en el sector de la hostelería y el pequeño comercio. Según datos de la Cámara de Comercio de Soria, cerca del 15% de los pequeños comercios de la provincia no volvieron a abrir tras el confinamiento. El sector turístico, uno de los motores económicos de comarcas como Tierras Altas o la zona de Pinares, sufrió pérdidas millonarias durante la temporada 2020. Las ayudas públicas llegaron, pero para muchos empresarios fueron insuficientes o tardías. Los ERTE permitieron mantener el vínculo laboral de miles de trabajadores sorianos, pero la incertidumbre sobre el futuro marcó aquellos meses.

La desescalada: una luz al final del túnel

Cuando en mayo comenzó la desescalada, Soria recuperó paulatinamente la actividad, pero nada volvería a ser igual. Las mascarillas, el gel hidroalcohólico y la distancia social se incorporaron a la vida cotidiana durante años, dejando una huella que, cinco años después, aún permanece en la memoria colectiva de los sorianos.

Las terrazas fueron los primeros espacios en recuperar cierta normalidad, con mesas separadas y aforos limitados. Los comercios reabrieron con estrictas medidas de seguridad, y poco a poco, la vida fue retomando su pulso, aunque con la constante amenaza de nuevos brotes y restricciones.

El verano de 2020 trajo un respiro, con muchos sorianos emigrados que regresaron a sus pueblos buscando espacios abiertos y seguros, lejos de las grandes ciudades. Algunos municipios vieron aumentar temporalmente su población, en lo que algunos expertos llamaron "la revitalización pandémica del mundo rural".

Cinco años después: las cicatrices que permanecen

Cinco años después de aquel histórico 14 de marzo, Soria ha sanado muchas de sus heridas, pero otras permanecen abiertas. El impacto psicológico del confinamiento y la pandemia ha dejado secuelas en forma de aumento de casos de ansiedad y depresión, especialmente entre los más jóvenes y los ancianos que vivieron el aislamiento más extremo.

El sistema sanitario soriano, que ya arrastraba deficiencias estructurales antes de la pandemia, ha visto cómo se agravaban algunos de sus problemas crónicos: falta de especialistas, listas de espera y dificultades para la atención en el medio rural. La pandemia puso de manifiesto estas carencias y, aunque hubo promesas de refuerzo, muchas de ellas siguen sin materializarse completamente.

En el ámbito educativo, los estudiantes sorianos que vivieron el confinamiento en etapas críticas de su formación arrastran algunas lagunas académicas que los centros educativos han intentado compensar en estos años. Las brechas digitales y sociales se hicieron más evidentes durante aquellos meses, afectando especialmente a las familias con menos recursos.

Sin embargo, también han surgido aspectos positivos. La digitalización forzosa ha permitido que muchos profesionales puedan teletrabajar desde Soria, contribuyendo a fijar población. Algunas empresas locales han encontrado nuevas oportunidades de negocio, y la sociedad soriana ha reforzado sus mecanismos de solidaridad y apoyo mutuo. La pandemia también ha puesto en valor la calidad de vida que ofrece una provincia como Soria, con espacios abiertos, baja densidad de población y un entorno natural privilegiado, factores que han atraído a nuevos residentes que buscan escapar de las grandes urbes tras la experiencia del confinamiento.

Un recuerdo imborrable

Cinco años después, el recuerdo de aquellos días sigue vivo en la memoria colectiva. Los sorianos que perdieron a seres queridos sin poder despedirse, los sanitarios que trabajaron hasta la extenuación, los empresarios que tuvieron que cerrar sus negocios, los estudiantes que vieron interrumpida su formación... Todos guardan sus propias historias de aquellos meses que cambiaron el mundo. La pandemia dejó en Soria, como en el resto del país, una profunda huella que ha modificado comportamientos, prioridades y perspectivas de futuro. Cinco años después, la provincia mira hacia adelante, pero sin olvidar las lecciones aprendidas durante aquellos meses que pusieron a prueba la resistencia y solidaridad de toda una sociedad.

Información

La redacción de Soria Noticias estuvo constantemente al tanto de cualquier detalle que pudiera informar a sus lectores. Un período que también marcó un antes y un después en esta labor, que en aquel tiempo imprimió largas jornadas de trabajo. Sirvan como ejemplo algunos de los titulares de entonces.

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