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Enseñaba con autoridad

Enseñaba con autoridad

Actualizado 01/02/2015 19:13

Queridos diocesanos:

Jesús "enseñaba con autoridad"; eso nos dice el Evangelio de este Domingo. Todos conocemos dos maneras de enseñar algo: por un lado, enseñar sin implicarse, exclusivamente de modo teórico; por otro, sobre todo cuando se trata de un determinado estilo de vida, enseñar no sólo con la teoría o la palabra sino acompañando la enseñanza con las obras, corroborando lo que se enseña de palabra con el ejemplo de vida.

Todos tenemos experiencia de ambas enseñanzas. Hay quien tiene muy claro lo que se debe hacer y así lo enseña pero no se complica ni aplica esa enseñanza; simplemente enseña con la palabra. Pero hay también quien enseña y vive, se implica hasta hacer vida en él lo que enseña y se transforma en un ejemplo. Estas dos formas las conocían bien los oyentes de Jesús, que habían oído enseñar a los maestros de la Ley (predicaban lo que se debía hacer pero no lo hacían) y conocían la manera de enseñar de Jesús (predicaba un estilo determinado de vivir y Él mismo era un modelo excelente).

En nuestro mundo actual (también a nuestro alrededor) nos encontramos con personas que son pura palabrería, teóricos de determinadas materias: hablan de honradez en la política pero no la viven; hablan de economía, de austeridad pero despilfarran; de religión y de fe pero no creen; son predicadores de valores a los que son indiferentes o, lo que es peor, que ni siquiera se molestan en vivir en primera persona.

Nuestra sociedad, tantas veces increyente y alejada de Dios, reclama de los que nos decimos creyentes profunda coherencia y nos exige que vivamos aquello que decimos creer de modo que seamos testimonio de ese Dios al que enseñamos. De no ser así, nuestro apellido ("somos cristianos") se convierte para los que nos observan en palabra vacía, hueca, sin sentido.

Muchas veces nos quejamos de la falta de fe en nuestro mundo pero ¿no será que a los cristianos no nos ven como personas consecuentes y sí viviendo lo contrario de lo que decimos ser? Los padres se quejan de la poca influencia que han tenido en sus hijos en lo que a la vivencia y valoración de la fe se refiere pero ¿no será que les han enseñado sólo de palabra y no con el ejemplo? Los sacerdotes nos quejamos del poco fruto que tienen nuestros desvelos pastorales y evangelizadores pero ¿no será que lo hacemos sólo de palabra y nuestra vida no se corresponde con lo que predicamos? ¿No será la increencia de nuestro entorno, en buena medida, fruto de nuestra incoherencia? ¿No será que aquellos que no creen esperan encontrar en nosotros personas convencidas y convertidas, y no unos más del montón, del mundo, que en casi nada nos distinguimos de los que no creen?

Los que oían a Jesús veían que enseñaba con autoridad porque su predicación era distinta de la de los Maestros de la Ley: ellos enseñaban de palabra y Jesús lo hacía con un mensaje que vivía personalmente. La Palabra de Dios nos llama a cuidar nuestro ejemplo y nuestro testimonio cristianos, a ser coherentes en la vida siguiendo el sentir de San juan Pablo II: "el único Evangelio que van a leer muchos de los hombres y mujeres de nuestro tiempo es el testimonio de fe que demos los cristianos".

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